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LIII CICLO DE MÚSICAS RELIGIOSAS

Los días 15, 16, 22 y 23 de marzo de 2024

CASYC_UP 19:30h.

 

 

 

“Factvm est Silentivm”

Imagen y sonido del Apocalipsis en la Edad Media

Este programa sumerge al público en la vivencia del Apocalipsis de San Juan a través del imaginario medieval. Los textos de este libro estuvieron especialmente presentes en torno al año mil («el ángel encadenó al dragón, la serpiente antigua, por mil años»). Habían sido glosados por Beato de Liébana en el s. VIII y tanto el Apocalipsis como su glosa fueron representados pictóricamente en algunos de los códices que conocemos hoy como “Beatos”.

Mediante la proyección de las miniaturas del “Beato de Fernando I y Sancha” (s. XI), conservado en la BNE y expuesto actualmente en una de sus salas, la declamación de ciertos pasajes del libro del Apocalipsis y algunas piezas musicales monódicas conservadas en manuscritos litúrgicos y paralitúrgicos de entre los siglos IX y XV, todas ellas con textos extraídos del Apocalipsis o glosando alguno de sus episodios, se insuflará vida a cinco de las visiones de aquella “revelación” (Αποκάλυψη). Los supertítulos permitirán al público la comprensión inmediata de los textos latinos declamados y cantados.

Los tres intérpretes se convierten en narradores de una historia extraordinaria, donde la música, sacada de su contexto litúrgico y ordenada según el texto bíblico, se convierte en el principal hilo conductor.

“Divino Fuego”

“Divino Fuego”, de José Español.

 

Procedente del conjunto de tesoros escondidos en el que se haya aún gran parte de la música barroca española, la escrita por Juan Español ha sido rescatada del olvido por VN en un imponente trabajo discográfico que se presenta ahora en este Ciclo de Músicas Religiosas.

Divino Fuego, título tomado de una de las cantatas a dúo al Santísimo Sacramento, “Como el amor es un divino fuego”, es un maravilloso ejemplo de la escritura de Juan Español, nacido en 1694 en Zaragoza y que desarrolló casi todo su magisterio musical en la Parroquia de Santo Tomás de Haro (La Rioja), templo en el que, precisamente, se encuentra la mayor parte de toda su producción musical.

La música del presente programa está llena de elementos “tornados a lo divino”, es decir, presentados con un envoltorio sacro, pero naciendo de un alma popular. De ahí que la música de Juan Español, siendo de una clara exaltación religiosa, no presente conflictos, en el aspecto musical, con la concepción profana de la misma.

“Music for a while”

Music for a while, que se podría traducir como Música para un rato, es una composición de Henry Purcell que Lucía Gómez y Gerardo Rifón interpretan y utilizan para dar título a una cuidada selección de piezas célebres extraídas del repertorio clásico de todos los tiempos y que se aúnan en este programa bajo el común denominador de su extremada belleza.

En este rato de música encontramos conmovedoras canciones del ámbito religioso como la famosa aria Erbarme dich, mein Gott, de la Pasión según San Mateo de Bach, o la antífona handeliana Haec est Regina Virginum,  el  sublime y romántico O Divine Reedemer de Gounod, más dos Ave Maria compuestas en pleno siglo XX, una del vasco Tomás Garbizu y otra debida al maestro argentino revolucionador del tango Astor Piazzolla.

La música profana está bien asistida por composiciones celebérrimas del periodo barroco: Bist du bei mir (Si estás conmigo), una espiritual pieza basada en un aria de Gottfried Heinrich Stölzel que la segunda esposa de Bach recopiló en el famoso Cuaderno de Ana Magdalena, tres arias de ópera de Haendel, el Ombra mai fu, de Xerxe, y las Or la tromba y Lascia ch’io pianga de Rinaldo.

Por su parte Music for a While procede del drama heroico Edipo, mientras que la subyugante When I am laid es el aria que cierra la ópera Dido y Eneas, dos maravillosas muestras del increíble talento del compositor inglés Henry Purcell.

“Las Siete Últimas Palabras De Cristo En La Cruz”

Esta obra, escrita por F. J. Haydn es tres formatos distintos (oratorio, orquesta y cuarteto), es una de las grandes músicas de referencia para la Semana Santa y de un lirismo y expresión realmente conmovedores.

Su origen está ligado a España, concretamente al Oratorio de la Santa Cueva, en Cádiz. Desde 1771, año en que asumiera la dirección espiritual de este templo el sacerdote José Sáenz de Santa María, se introdujo la costumbre de celebrar unos ejercicios espirituales llamados La Devoción de las Tres Horas en los que se leían las últimas palabras de Cristo durante los tormentos que padeció en la cruz intercalando música entre cada una de las palabras, una práctica que había sido importada de las misiones jesuitas del Perú. El jesuita peruano Alonso Messia Bedoya divulgó esta práctica en un libro que se editó en Sevilla de 1757 y muy pronto se difundió en el resto del país.

Quiso la suerte que en 1778 el buen sacerdote Sáenz de Santa María heredase una inmensa fortuna al fallecer su padre, dinero que utilizó para engrandecer el lugar de culto que tenía a su cargo. Además de abordar los trabajos de renovación y ampliación de la Santa Cueva, Sáenz de Santa María quiso contar con una música digna para la devoción del Viernes Santo y, para ello, realizó el encargo de su composición al músico más importante de aquella época, Joseph Haydn. Por fin, el estreno mundial de la versión orquestal se llevó a cabo el Viernes Santo de 1787.

Fue muy curiosa la forma en que José Sáenz de Santa María pagó el encargo de la obra: envió a Haydn un pastel dentro de una caja, el cual el compositor partió con disgusto hasta descubrir que el interior estaba relleno de monedas de oro.

En el mismo año de su estreno, 1787, la célebre editorial Artaria encargó a Haydn la versión de cuarteto, que figura integrada en su Op. 51.