Skip to main content

El año 2015 nos ha traído a la memoria que se cumple el IV centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote. Este acontecimiento ha desatado en buena parte del ámbito de habla española el deseo de conmemorar de algún modo la efeméride. La  Fundación  Caja Cantabria, que rara vez se queda atrás en estas empresas culturales y siempre se ha caracterizado por atender, entender y difundir la cultura  ha decidido dar un paso al frente y mostrar en una exposición los tesoros bibliográficos que se alinean en los anaqueles de su Biblioteca del Palacio Barreda-Peredo de Santillana del Mar. Se trata de cuatro ediciones de la novela más universal de las letras españolas. Su contemplación servirá al curioso espectador para comprender la difusión que tuvo el Quijote y, al mismo tiempo, las distintas técnicas que se sucedieron al servicio de esta inmortal obra.

El primer ejemplar expuesto ofrece la singularidad de ser una de las primeras obras impresa en facsímil editándose 1605 ejemplares para España coincidiendo la cifra con el año de publicación de la primera parte del Quijote. La técnica sedujo a los que serían sus dos impulsores: el geógrafo y militar catalán Francisco López Fabra y el director de la Biblioteca Nacional Juan Eugenio Hartzenbusch. La publicación se convirtió en un acontecimiento bibliográfico y en un hito tipográfico que se distribuyó por suscripción nominal. Fueron cuatro volúmenes y se vendieron en fascículos.

El segundo Quijote es el que promovió la Real Academia Española de la Lengua en 1773. Se editó en cuatro tomos y 33 ilustraciones con un papel especial encargado para la ocasión. El proyecto fue aprobado por el rey Carlos III y se recurrió al taller de Joaquín Ibarra. Se seleccionaron a los mejores dibujantes: Antonio Carnicero y José del Castillo, y algunos otros con el propósito de dar trabajo a los Profesores de Arte. Del Castillo realizó trece cabezas de terracota representando a los personajes del Quijote con el fin de que sirvieran de modelo para futuros ilustradores. La Academia se proponía fijar las figuras de los personajes quijotescos. Estas representaciones obran en poder de la Institución que las encargó.

El Quijote en miniatura que se expone data de 1832. Fue impreso en la conocida imprenta parisina de Julio Didot con ilustraciones del pintor español A. Rodríguez, y supuso un alarde técnico para la época por utilizar un tipo de letra tan pequeño. El resultado fue la mejora de la edición de 1827 con la inclusión de dos láminas y renglones más espaciados favoreciendo así su lectura, y evitando emitir un volumen demasiado grueso presentaron la obra dividida en dos tomos de los cuales cada uno contiene una parte.

El Quijote llamado de Gustavo Doré editado en 1875, se singulariza por las excelentes ilustraciones del dibujante francés. Seducido por España, sus paisajes y el personaje creado por Cervantes, recorrió nuestro país empapándose de la naturaleza. El resultado fue una bellísima edición que ha servido de pauta y modelo para muchas ediciones posteriores.

In Memoriam

Carlos Galán Lores

Miembro de Honor de la Asociación Española de Críticos Literarios