Joaquín Martínez Cano
Hasta el 27 de enero de 2023
Sala de exposiciones CASYC_UP
Horario: Lunes a sábado de 18 a 21 h
La mirada de Joaquín, nuestra mirada.
He tenido el placer de ser compañero de trabajo de Joaquín Martínez Cano durante unos cuantos años. Es decir, teniendo en cuenta el oficio que nos ocupa a ambos, de compartir la mirada, contrastar puntos de vista, ya fuese en modo analítico o sintético, observar detalles, otear horizontes, escudriñar oscuridades…
La visión es la gran cuestión de la pintura, por supuesto siempre entendida como algo mucho más complejo que un simple hecho óptico. Un conocimiento de la realidad a través de sutiles sensaciones y asociaciones, en modo de circuito abierto, donde los estímulos y las respuestas, tanto del perceptor como de lo percibido, fluyen e intercambian en modo adaptativo: los unos están hechos para los otros, se educan y aprenden mutuamente, pues la percepción reside ineludiblemente en aquello percibido. Un nivel de relación sensorial que es intuitiva, no verbal, no lógica, no racional.
El gran retablo mural que encabeza la presente exposición lo sugiere en diversas direcciones. Se trata de un conjunto de retratos centrados en aquella parte del semblante más exclusiva y expresiva del retratado, que es, a la vez, esencial para la propia mirada del retratista: el ojo. Es la mirada cruzada de ambos sujetos implicados la que establece el hecho artístico, el nudo argumental, viéndose el uno en el otro, conteniéndose el uno en el otro, en un juego de espejos convexos. El artista se ha apropiado de los ojos que le contemplan, para transmitirlos interpretados al espectador en un políglota mosaico de amables miradas. Las miradas de Joaquín, nuestras miradas.
A partir de aquí, la propuesta se desvincula de toda posible preceptiva del retrato como género, para nadar en los inmensos mares de la plástica: geometrías, formas abstractas, grafismos, pinceladas, lavados, texturas y colores inundan, en un formato caleidoscópico y mediante soluciones ostentosamente acuosas de tintas y acrílicos, todo el plano del cuadro. Paisajes, cada uno de ellos, formados de fragmentos yuxtapuestos que parecen actuar como auténticos velos desprendidos, en singular y lúdico viaje, desde las retinas originales. Nuestras retinas, la retina de Joaquín.
El privilegio del arte, su más alto valor, Joaquín lo sabe muy bien, es dejarse llevar libremente por estos juegos de permutación de la realidad a los que ha dedicado su vida, y su mirada.
Juan M. Moro