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Proyecto expositivo de Clemente Lomba | José Cobo

Hasta el 28 de febrero de 2025

Lunes a sábado de 18 a 21 h

 

 

Geología, religión y arte en el paisaje

Realidad, deseo y utopía

El 19 de enero del año 2005 una violenta tormenta destruyó el arco que le confería su particular personalidad al islote ubicado a la entrada de la Bahía de Santander frente a la Península de la Magdalena. Islote de roca, horadado conformando un arco y dotado de un pequeño faro o linterna, que aún sigue indicando a los navegantes la correcta dirección de entrada y salida en el puerto santanderino.

En esta exposición, cuya idea y desarrollo se deben al arquitecto Clemente Lomba, junto al escultor José Cobo, se recogen todos aquellos aspectos que envuelven y significan su imagen, en tanto que icono, emblema, de la Bahía de Santander, desde su propia naturaleza geográfica y geológica, pasando por la singular leyenda del barco de piedra que traía las cabezas de los Santos Mártires desde el Mediterráneo, y por la que se funda un primer monasterio, después abadía y colegiata y la posterior creación en el siglo XVIII de la Diócesis de Santander (1754) y su consecuente elevación a la categoría de Santa Iglesia Catedral de Santander[1], hasta el día de hoy, en que destruido el arco por un violento temporal hace veinte años se presenta aquí una idealizada reconstrucción en láminas de cristal templado, por la que seguiremos ensoñando no sólo lo que fue, sino también lo que pudiere llegar a ser.

José Cobo

nos propone, pues, aquí una imaginativa reconstrucción del arco de roca destruido, en tanto que acción artística inmersa en el paisaje natural de la bahía, con la clara intención de no intervenir en el islote por medio de un minucioso restablecimiento de materiales a partir de la recuperación o rescate de iguales o similares rocas, simulando y adulterando así lo que fue anteriormente. Su propuesta, eminentemente artística, es original e ideal. Cambia y recrea el material ya perdido, de modo que La Peña Horadada regresaría, pues, al paisaje de la bahía, enmarcada de nuevo dentro de su particular entorno geográfico ancestral, renovada y desprovista de nostalgia romántica alguna. Su reconstrucción en tanto que proyecto de una idea conceptual creativa adquiriría así el carácter de una siempre posible acción objetual o física posterior dentro del paisaje, pudiendo clasificarla, ya como maqueta, emparentada en su más amplio sentido con la corriente artística del “Land-art”, a la que se suma en este caso un trasfondo histórico y arqueológico importante. La lúcida audacia de la que hace gala el escultor responde al ejercicio de su total libertad poética, ofreciéndonos una imagen muy sugestiva, “El tejido de la luz”, es decir, un tejido muy especial, refulgente, de un blanco brillante y una hermosura inaudita e indescriptible. Un tejido que, tal como lo imagina, nos muestra una estructura continua, cuyas fibras están hechas de invisibles hileras transparentes, en hiladas entretejidas cristalinas, dotadas de un brillo flagrante, que se enciende y quema2. José Cobo vuelve a ser por ello ese brillante escultor que nos hace vibrar con su encendido amor por Santander.

Fernando Zamanillo Peral

1 GONZÁLEZ ECHEGARAY, J., El culto a los Santos Mártires en Santander. En Rev. Kalakorikos 5, AHC, Calahorra, 2000, pp.: 271-283.

2 ZAMANILLO PERAL, F., “El tejido de la luz”, José Cobo. Catálogo, Museo Barjola, Gijón, 2023.